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Cómo dejar atrás la condenación y abrazar la gracia de Jesús

Hoy me gustaría escribir acerca del arrepentimiento, algo que para muchos es un acto de incomodidad delante de Dios. Como cristianos, creo que este concepto debe ser parte de nuestra vida cotidiana.  

He entendido que la forma más representativa de amor en la tierra es el perdón, tanto darlo como recibirlo. 

El mayor acto de amor que la creación ha registrado es la entrega voluntaria de un hombre justo, el cual no merecía ningún tipo de crueldad y aún así sufrió hasta morir para regalarnos la posibilidad de decir “perdón” delante del Padre y así poder ser reconciliados completamente con Él. 

Muchos cristianos se sienten en un bucle infinito donde sienten que no progresan en la fe porque sus pecados y errores los persiguen. Se sienten avergonzados e hipócritas porque no se reconocen a sí mismos como santos. “Dios está decepcionado de mí”, “Dios no me escucha, está enojado conmigo por mi pecado”, “soy un caradura si me acerco a orar después de lo que hice”. 

Yo he pasado por estos bucles varias veces, y producto de mi vergüenza, mi fe en estos tiempos fue tambaleante. Hasta que entendí que permitir pensamientos de este tipo refleja que mi mirada está puesta en mí misma. Estoy viendo más mi insuficiencia que Su suficiencia, estoy más concentrada en la condena que en la gracia.  

Amigos, no podemos entender la gracia con ojos de meritocracia. Jamás lograré complacer más al Padre por mi intento de ser más santa, complaceré al Padre al abrazar la santidad de Su hijo, que por amor, ahora es mía también. No por lo que hago, sino por lo que Él hizo. 

He aprendido que el arrepentimiento es el regalo más hermoso que se nos podría haber dado. Si, tiene un trago amargo: la convicción de pecado. Ese trago frío que nos cae en el estómago vacío luego de pecar, la sensación de insuficiencia, la vergüenza, la culpa. Es un trago amargo que hay que pasarlo.  

El problema es que muchos hemos fallado en quedarnos en ese trago, lo saboreamos hasta acostumbrarnos, habita en nosotros durante semanas sin poder digerirlo, y eso nos ha hecho vivir en un cristianismo pasivo, quieto, lo que nos quita efectividad en el Reino: “Dios no puede usarme”. Y peor aún, no permite que nos acerquemos confiadamente al trono del Señor, jamás podemos disfrutar de la oración, el tiempo de comunión o la lectura de Su Palabra porque sentimos que el Señor está enojado con nosotros.  

El remordimiento como parte del arrepentimiento es un trago amargo pero hay que pasarlo, debes tragar. Porque si no, no podrás conocer la gracia.  

Amigos, sentir la gracia del Señor luego de fallar ha sido la experiencia más asombrosa de toda mi vida.  

Quiero compartirles este texto el cual cambió mi vida para siempre:  

“Uno de los fariseos pidió a Jesús que comiera con él; y entrando Él en la casa del fariseo, se sentó a la mesa.  

Había en la ciudad una mujer que era pecadora, y cuando se enteró de que Jesús estaba sentado a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y poniéndose detrás de Él a Sus pies, llorando, comenzó a regar Sus pies con lágrimas y los secaba con los cabellos de su cabeza, besaba Sus pies y los ungía con el perfume.  

Pero al ver esto el fariseo que lo había invitado, dijo para sí: «Si Este fuera un profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que lo está tocando, que es una pecadora».  

Y Jesús le dijo*: «Simón, tengo algo que decirte». «Di, Maestro», le contestó. «Cierto prestamista tenía dos deudores; uno le debía 500 denarios y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó generosamente a los dos. ¿Cuál de ellos, entonces, lo amará más?». «Supongo que aquel a quien le perdonó más», respondió Simón. Y Jesús le dijo: «Has juzgado correctamente».  

Y volviéndose hacia la mujer, le dijo a Simón: «¿Ves esta mujer? Yo entré a tu casa y no me diste agua para Mis pies, pero ella ha regado Mis pies con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos.  

No me diste beso, pero ella, desde que entré, no ha cesado de besar Mis pies.  No ungiste Mi cabeza con aceite, pero ella ungió Mis pies con perfume.  

Por lo cual te digo que sus pecados, que son muchos, han sido perdonados, porque amó mucho; pero a quien poco se le perdona, poco ama».  

Entonces Jesús le dijo a la mujer: «Tus pecados han sido perdonados».”  Lucas 7:36-48  

Me quedaría horas hablando de esta porción de la Escritura, pero solo diré esto: a quien poco se le perdona, poco ama.  

Jesús murió en esa cruz, entregándose voluntariamente para que hoy podamos tener acceso al arrepentimiento, y sabemos que este arrepentimiento es efectivo porque Jesús fue 100% santo. Si pedimos perdón delante del Padre cuando erramos, Él nos perdona 100% y no en partes. Dios no guarda rencores, porque cuando yo le pido perdón, en vez de ver mis manos sucias, ve las manos limpias de Su hijo clavadas en el madero. Cuando yo le pido perdón, ve la vida santa y perfecta de Su hijo a través de mis lágrimas. 

Camila Maza
Camila Maza
¡Hola! Mi nombre es Cami Maza y soy de Córdoba Argentina. Me encanta escribir y compartir del amor que le dió vida nueva a mi corazón. Espero te sea de bendición.

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