Una persona que ha experimentado la salvación da muestras de al menos estos cuatro instintos espirituales, que no son aprendidos, sino que forman parte inmanente del ser.
En la primera parte de esta serie en la que analizamos en profundidad el tema de la salvación expusimos los principios fundamentales, esos términos básicos con los que pensamos en la gracia dada por nuestro Padre en su infinita misericordia. En esta oportunidad veremos cuáles son esas pautas que son muestras de genuina fe y que son señales de la verdadera salvación.
Señales de la salvación
La vida espiritual tiene instintos. Los instintos son aquellas acciones no aprendidas por instrucción externa, sino que nos conducen al crecimiento en la Luz. Si ellos no están, entonces, debería haber una acción de verdadera humillación a Dios y clamor, para regresar a la vida y clamar para que la fe no sea abortada.
1- Hambre de la palabra de Dios
Lucas 4:4 dice: “Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios”.
Anhelar oír la voz de Dios. Tener hambre de Él. Buscar Su palabra y Su dirección. Esto significa separar tiempo cada día para recibir de Dios Su Palabra. Es abrir espacio en nuestras decisiones y desafíos para recibir los criterios del Padre sobre cada asunto.
Es saber que, si no le oímos, no podemos vivir. Así como dependemos del comer y beber en el cuerpo, dependemos de Dios. No podemos dejar la vida espiritual relegada a pocos momentos y espacios, dándole poca prioridad y quitándole espacio para ocuparnos una y otra vez de cosas materiales y humanas.
“La vida espiritual no está separada de nuestra cotidianeidad, forma parte de todo lo que hacemos”.
Pastor Abel Ballistreri
2- Fe
Romanos 12:3 dice: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”.
Efesios 1:15-16 dice: “Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones”.
Es la fe la que contiene la genética de Dios inseminada en nuestro espíritu para vida y transformación. Esa fe debe ser guardada y resguardada día a día, hasta que su fortaleza produzca victorias poderosas en nuestros días.
“La fe es un don de Dios y es un instinto espiritual”.
Pastor Abel Ballistreri
3- Amor a los santos. Congregabilidad
Colosenses 1:3-6 dice: “Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos, a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio, que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad”.
Hebreos 10:24-25 dice: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; (25) no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”.
4- Ser testigos y testificar
Hechos 1:8 dice: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.
Hechos 20:24 dice: “Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios”.
1 Corintios 2:1-2 dice: “Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado”.
1 Juan 5:6-12 dice: “Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan. Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida”.
Cualquier forma de salvación que no proponga una manera de vivir en la tierra, estará incompleta. El Evangelio nos anuncia vida eterna y, con ella, una propuesta a ser parte de la expresión de lo verdadero en nuestros días.
La expresión eterna de la salvación es la vida eterna que nos fue otorgada por la fe en Jesucristo En la próxima entrega veremos en qué fijarnos para distinguir la salvación del espíritu de la salvación del alma.