“Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes” (Colosenses 3:13). Esta instrucción del apóstol Pablo no es solo un mandato espiritual, sino también la clave para un matrimonio saludable y lleno de vida.
En la travesía del matrimonio, el perdón emerge como la brújula que orienta a las parejas hacia la unidad. Donald y Silvia Franz, en su obra 30 Días a Sus Pies por Mi Matrimonio, nos invitan a reflexionar profundamente sobre este principio esencial.
«Un buen matrimonio está compuesto de dos buenos perdonadores.»
Donald y Silvia Franz
Perdonar no es solo una acción, sino un acto de liberación. “Cuando elegimos perdonar, liberamos al deudor de su deuda. Renunciamos al deseo de buscar venganza personal y decidimos darle una nueva oportunidad a quien nos lastimó”, explica el matrimonio Franz.
Esta decisión es crucial, porque si no se atiende, las ofensas se convierten en “dolores del corazón que tarde o temprano deteriorarán la relación”. El resentimiento que surge de la falta de perdón genera distancia espiritual, emocional y física, y termina dañando tanto al que lo alberga como a quienes lo rodean.
Los Franz advierten que “Muchas de las heridas y del resentimiento… tienen su origen en personas con las cuales nos relacionamos incluso mucho antes de contraer matrimonio”. Así, las complicaciones previas del corazón pueden trasladarse al matrimonio, afectando la convivencia y el amor entre la pareja. Por eso, nos recuerdan: “Muchos de nosotros en realidad no tenemos problemas conyugales, sino más bien, complicaciones previas del corazón que arrastramos al matrimonio”.
La falta de perdón convierte al cónyuge en alguien que busca “la mejor oportunidad para desenvainar la espada de la venganza”, tratando de aliviar su dolor. Sin embargo, como dicen los autores, “La única manera de ser libres es por medio del perdón. Su matrimonio será tan bueno como lo sea su capacidad de perdonar. Nada más, nada menos”.
Perdonar no significa esperar arrepentimiento del otro.
“Tengan en cuenta que el perdón no requiere arrepentimiento del ofensor… Así lo hizo Jesús cuando, frente a todos sus torturadores, sin siquiera uno de ellos mostrar indicios de arrepentimiento, expresó: ‘Padre —dijo Jesús— perdónalos, porque no saben lo que hacen’” (Lucas 23:34).
El perdón también requiere introspección.
“Si constantemente hieres a tu cónyuge, pregúntate qué te hace reaccionar así. Trata con la raíz del problema. Muchas de las malas reacciones que manifestamos en las relaciones provienen de un corazón roto o lastimado”, advierten los autores de 30 Días a Sus Pies Por Mi Matrimonio. “Un corazón ofendido es un corazón endurecido expuesto a la amargura”.
Pero, ¿cómo perdonar a la manera de Dios? Los Franz dan pasos claros basados en la Palabra:
- Preséntale a Dios el problema en oración y perdona en privado, primeramente.
- Busca la restauración, pidiendo perdón por los malos sentimientos y pensamientos causados por la agresión del cónyuge.
- Perdona unilateralmente, antes de que el ofensor demuestre arrepentimiento.
- Pídele a Dios que te ayude a ver a tu esposo/a como Él lo ve.
- Nunca lleves un registro de las ofensas del pasado (Mateo 18:22).
- Perdona lo antes posible (Efesios 4:26).
- Recuerda que el perdón siempre es inmerecido, así como nosotros no merecemos el perdón de Dios.
Perdonar es un acto instantáneo, pero la restauración es un proceso. Los autores señalan que el perdón abre la puerta a la reconciliación, “pero esta debe trabajarse”. Además, debemos “decidir nunca más recordar el asunto” y permitir que la confianza se reconstruya mediante cambios de actitud y paciencia.
En definitiva, el perdón no es solo un acto espiritual, sino la clave que mantiene vivo el amor y la unión en el matrimonio.
“El matrimonio es el lugar donde más debemos practicar el perdón, y debemos hacerlo a diario” señalan Donald y Silvia Franz.
Sin perdón, no hay libertad; con perdón, florece el amor y la gracia de Dios en el hogar.
Si querés leer más sobre este tema podés acceder al libro

Título: 30 días a sus pies por mi matrimonio
PÁGINAS: 215
AÑO: 2024
AUTORES: Donald y Silvia Franz