En torno suyo —afirma el Señor— seré un muro de fuego, y dentro de ella seré su gloria” (Zacarías 2:5).

Que las ciudades tengan paredes y muros alrededor, hoy nos parece algo raro o difícil de imaginar. Actualmente tienen carreteras, puentes, casas, edificios, pero ninguna de ellas, por lo menos de las que he escuchado, contienen muros alrededor. 

En la antigüedad, tanto en tierras bíblicas como en otras, las ciudades contenían muros o murallas, dependiendo del tamaño. Pero siempre había, aunque fuera, una pequeña empalizada. Estos sistemas de protección y defensa eran tan importantes que, en muchas profecías, la Palabra de Dios se comparó con ellas. 

El porqué de las murallas

Al hablar de muro, la historia narrada en el libro de Josué sobre Jericó puede ser lo primero que se nos venga a la cabeza. 

Una ciudad tenía, como límites, las murallas que lo contenían. Las casas, personas o edificios que quedaran por fuera de ellos, quedaban desprotegidos, abandonados, podrían sufrir robos, ataques militares o, simplemente, no eran considerados ciudadanos. Por eso tenían distinto precio, tanto la venta de sus parcelas, como los edificios. Esto es lo que cuenta Levíticos 25:29-31:

“Si alguno vende una casa en una ciudad amurallada, tendrá derecho a rescatarla durante un año completo a partir de la fecha de venta (…) Si no rescata la casa antes de cumplirse el año, no se le devolverá en el jubileo, sino que pasará a ser propiedad perpetua del comprador y de sus descendientes. Las casas que estén en aldeas sin murallas se considerarán campo abierto, pero podrán rescatarse y se devolverán en el jubileo”.

Una casa, con el valor que conlleva su construcción, ubicada fuera de las murallas, era como un campo cultivado. No tenía el valor que debía contener. 

Ilustración de murallas antiguas.

La principal causa por la que se hacían murallas es simple: defenderse de los posibles atacantes. Hay que destacar que las ciudades eran menos pobladas que las actuales, muchas veces, con menos de diez mil habitantes. Por lo que un par de casas eran suficientes para entrar en unos cuantos kilómetros cuadrados.   

No han ocupado su lugar en las brechas, ni han reparado los muros del pueblo de Israel, para que en el día del Señor se mantenga firme en la batalla” (Ezequiel 13:5).

Como muestran las Escrituras, la construcción de los muros, o no, era parte de las instrucciones de Dios. Descuidar la protección de Jerusalén era considerado entregar la ciudad en manos de los paganos extranjeros. 

Jericó: el ejemplo emblemático

Al hablar de muros o murallas, quizás la historia narrada en Josué es la más emblemática de todas. Como dice la Biblia Arqueológica NVI, según las excavaciones, los muros de Jericó estaban construidos con ladrillo de barro, con uno de contención de 1,8 metros de grosor y entre 3 o 4 metros de altura. 

¿Lo puedes dimensionar? Se derribaron y colapsaron 3 de esos muros, unos de los más altos y gruesos de la época. ¿La parte conflictiva? Según los arqueólogos la ciudad y sus muros cayeron por un terremoto, no por “el sonido de las trompetas”. ¿La parte positiva? No sé sabe cuál Jericó es. Me voy a explicar: en una excavación de este tipo hay niveles. Esto no significa que la Biblia mienta, sino que son las teorías que existen hasta el momento, teniendo en cuenta lo que se encuentra en los restos arqueológicos.

Los muros de Jericó estaban construidos con ladrillo de barro, con uno de contención de 1,8 metros de grosor y entre 3 o 4 metros de altura

¿Y las de Jerusalén?

Según el Diccionario Ilustrado de la Biblia (1978: Caribe), las murallas de Jerusalén contenían hasta 34 torres y 8 puertas, por las cuales se accedía a la ciudad. Hay que recordar que, si una persona era sospechosa o no aceptada, no podía ingresar por esas puertas. En tiempos de guerra, los arqueros disparaban desde esas torres. 

La causa de la desaparición del reino hebreo es que los babilonios destruyeron esas murallas: “… Hubo lamentos en rampas y muros; todos ellos se derrumbaron” (Lamentaciones 2:8).

La misión que tuvo Nehemías fue, principalmente, reconstruirlo, además de otros edificios, como el templo. 

El Muro de los Lamentos

Como dice el Diccionario antes citado, este Muro es parte original del templo antiguo. Después de la destrucción, predicha en Mateo 24, es la creencia que solo quedó este en pie. Allí se aprovecha para hacer las diferentes peticiones de los judíos, donde lloran y oran por la paz de Jerusalén y la venida del Mesías. Este se toma como un lugar santo. 

Durante muchos años, al estar en la Ciudad Vieja, estuvo bajo control de Jordania, por lo que había que pedir permiso para ir a orar al Muro. Esto cambió en 1967. Pero volvamos a las murallas.

Muro de los lamentos, se cree que fue el único en pie luego de la destrucción predicha en Mateo 24.

¿Murallas? ¿Hasta cuándo?

Durante la Edad Media continuaron las ciudades teniendo murallas y puertas por donde ingresar. Estas dejaron de cumplir su función a mediados del siglo XVI o XVII. La respuesta es simple. Ya no gobernaba un rey cada ciudad, sino que un solo rey gobernaba todo el país. No era necesario cubrir con muros o murallas, solo proteger las fronteras. 

Esto es similar a lo que promete Zacarías con la Nueva Jerusalén: «y le dijo: “Corre y dile a este joven: ‘Tantos serán los que habiten en Jerusalén, y tanto ganado tendrán, que la ciudad no tendrá muralla alguna’”» (2:4, RVC). 

Guido Márquez
Soy de Mendoza, Argentina. Profesor de Historia y casi Licenciado en Turismo. Espero que en mis notas no encuentres respuestas, sino preguntas. Que puedas mirar al pasado para enriquecerte, no para aburrirte.